UNA MANO AMIGA PARA UNA MENDIGA.
Todos los seres humanos necesitamos un momento de desestrés. Todos los días trabajamos hasta que llega el delicioso domingo, donde la mayoría pueden dormir por lo menos unas horitas más, o si trabajan en la mañana por lo menos una siesta larga pueden darse el lujo de disfrutar.
El domingo, como siempre se ha dicho desde tiempos remotos, es “El Día Del Señor”, el día en que Dios descansó luego de pasarse 6 días creando la tierra: primero la luz, luego los árboles, animales y finalmente al hombre, y Dios vio que todo era bueno –nos indica el Génesis de la Biblia-. Y por ser el Día del Señor, muchos nos dirigimos a nuestras respectivas Iglesias (unos a las pentecostales, otros a las evangélicas, otros a la de los Santos de los Últimos días, otros a sus mezquitas, y otros, como yo, a la Iglesia Católica) a llenarnos de fe, fervor y paz… esa paz que nos falta en el día a día, con el trajín del trabajo… esa paz que nos falta a veces en casa cuando discutimos con nuestros padres, hermanos, abuelos u otro familiar… y también vamos a orar, a comunicarnos con Dios, a tener esa conversación tan íntima que sólo tú puedes tener con Él.
A todas estas les quiero contar lo que me sucedió este domingo cuando fui a misa. Primero que nada les tengo que confesar que no me acuerdo de ni una sola de las lecturas, no recuerdo cuál era el evangelio que leyeron, tampoco recuerdo las palabras del Sacerdote en el momento en que le tocaba hablar… no recuerdo los cantos que se cantaron (aunque sé que canté con los demás), sé que se hicieron los rezos respectivos y también oré por lo que añoraba y deseaba desde lo más profundo de mi corazón…
Pero sí recuerdo a una mendiga… una señora con ropas desteñidas y sucias, vestida con ropas rotas y en sus pies tenía puestas unas chancletas que a decir verdad le iban muy grande. Iba, por supuesto, a los ojos femeninos muy desentonada en colores. Llevaba una pañoleta que cubría sus sucios cabellos de color café, y llevaba en sus manos unas ramas de alguna hoja que habrá localizado en algún lugar de su travesía por la ciudad.
Ella escuchaba la misa. Hacía las señas cuando había que hacerlas. Y cuando nos tocaba estar de pie, caminaba por entre las hileras de banquitos y al más incauto le pedía una colaboración, los cuales algunos le daban y otros no. Llegó el momento en que los que supuestamente no tenían dinero, en la hora de que la Iglesia pasaba la cestita para la colaboración, milagrosamente ellos conseguían el dinero para colaborar, y la señora solo se quedaba de pie, mirando al altar.
Hubo un cántico que ella escuchó con los ojos cerrados, parada, en la mitad de una de las hileras laterales, y cuando finalizó, ella abrió los ojos, siguió caminando y se sentó entre unas personas más delante de donde me encontraba con mi familia.
Llegó la hora de la paz. El Sacerdote dice “la paz esté con ustedes” y nosotros decimos “y con su Espíritu”. “Levantemos el corazón” dice el sacerdote, y nosotros continuamos “lo tenemos levantado hacia el Señor” ya de pié. En unos instantes nos dice el Sacerdote “démonos fraternalmente la paz” y comienza a sonar el cántico: “mi paz os dejo, mi paz os doy… no como el mundo la da la doy yo”.
Doy la paz a mi familia, a las personas cercanas, y como no conocía a más nadie, me pongo a detallar a los demás que me rodeaban, y mis ojos nuevamente vuelan hasta donde se encontraba la mendiga. Las personas a su alrededor se daban la mano en símbolo de paz y hermandad, y la mendiga, le extiende la mano a una señora de cabellos negros y vestida de azul, de quien no se veía, la verdad, en sus ojos que fuese mala persona, pero ésta le dice “no” moviendo la cabeza, alejándose de ella y haciendo la misma señal con su dedo índice de negativa. La mendiga se le queda viendo y le vuelve a dar la mano y la señora vuelve a hacer los mismos gestos, por lo que, la mendiga se aleja…
Esto me sorprendió sobremanera. No porque ella fuese mendiga, no porque la señora fuese una señora, no porque quizás hasta yo misma lo hubiese hecho, sino que, en mi ignorancia también, sabiendo que yo le hubiese quizás, de repente, no podría asegurarlo, también negado mi mano amiga de paz, de hermandad, de amor, a una señora, que pedía dinero, si, que no tenía buena ropa, si, que vive en la calle, como tantos venezolanos viven en la calle, sino por la hipocresía en que hemos caído todos. Y digo TODOS porque me incluyo e incluyo a esa señora y a todos ustedes que me leen y quizás crean que hubiesen reaccionado de la misma manera. ¡Estábamos en una Iglesia! ¡En la casa del Señor! ¡En un sitio de paz, donde Dios pide reconciliación y donde se vive y predica constantemente “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”! ¿Qué nos queda sino eso? ¿Por qué nos hemos vuelto tan apáticos a la vida? ¿por qué nos cuesta tanto bajar la cabeza y subir el corazón al pecho? ¿Será que el mundo nos está convirtiendo en seres de piedra?
Me incluyo, repito. No lo digo criticando a la señora, a quien no conozco, ni a nadie de ustedes que me leen, sino que, me critico a mí misma porque, en vista de todo lo que hemos pasado, con el hampa desatada que nos ha enseñado a desconfiar hasta de los niños, quizás, en mi temor, sabiendo que no me pueden hacer daño, en algún momento de mi vida, gracias al miedo, a la costumbre, a la dureza de mi corazón, le niegue una mano amiga, que quizás caliente dulcemente el corazón de una mendiga…
ESCRITO: 18/05/2010.
POR: Liza Moussa.
Hace 3 años
7 comentarios:
Hace 15 días estuvé en una misa, un tio de mi mamá que había fallecido, a mi lado se encontraba una "señora" a la cual conozco de trato, y mientras se acercaba el momento de darnos el saludo de la paz, entor un mendigo, mal oliente y con ropa rasgada, el se dirigió a mi, y me miraba, en fracciones de segundos la "señora" a mi lado, me miraba con un gran asco por yo haber accedido a extenderle mi mano a ese mendigo y darle el saludo de la paz, en ese momento, aunque estoy segura que ella sintió asco por mi, yo sentí más asco por ella, por actitud HIPOCRITA, IGNORANTE E INHUMANA, por eso no me gusta ir a las iglesias, y disculpenme todos los lectores, pero me parece un sitio al cual no le hacen honor a su nombre ni a lo que se DEBE hacer allí, en lo personal, no me arrepiento de haberle extendido mi mano a aquel mendigo, lo volveria a hacer, ya que de seguro por un segundo el se sintió felíz al no ser rechazado... Gracias... Espero les agrade mi anecdota. Bendiciones para tod@s.
Si, me parece muy buena tu anécdota. Es la moraleja que intento que las personas entiendan. Gracias por compartirla, pero no permitas que unos pocos hipócritas te priven del sentimiento que te produce ir a una misa y estar en comunión con Dios. (en el caso de que seas católic@).
Crudo el escrito pero no dice mas que la verdad,todos y me incluyo hemos cometido ese gravisimo error,no me ha tocado en misa una persona asi pero no niego que he sido de lo mas indiferente y he negado cosas a esa gente pero la verdad ellos buscan muchas veces mas que una moneda que rapido se va,lo que de verdad vale es una sonrisa o una mano que le de el calor que las calles tanto le niegan.
Fuerte pero muy oportuno el post,la verda te felicito por haber escrito algo asi.
Excelente punto el que tocas, particularmente tengo una vision muy distinta sobre las iglesias y la religion, pero es otro tema, con respecto a la mendiga, podria decirte que es normal que alguien sienta asco o repudio, puesto que el ser (in)humano se ha visto "crecido" por terner o no tener, y no por "ser", casi todo el tiempo pensamos como nos enseñan, pero no pensamos con nuestro criterio, tal vez esa mendiga puede ser hasta la madre de uno, la hermana, igual sucede con la prostitucion, "son malas mujeres" y a veces van hombres de 40 o 60 años por ejemplo, a disfrutar de ellas y se olvidan que podria ser un hija que dejaron abandonada alguna vez hace años.
Lo que quiero decir es que nuestra capacidad de juicio o prejucio es mayor que la capacidad de amar, nos enseñan a querer pero no a amar, a convertir en objeto una vida y no en algo vivo y especial... los que siguen las escrituras dice "dios no juzga al hombre" entonces no entiendo por que el hombre juzga al hombre, como decia Albert Einstein "¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio"...
En fin, retomo la unica ley que dejo cristo en su venida, "ama a tu prójimo como a ti mismo" estoy seguro que no hay mas ley que esa, y es la verdadera en mi criterio... yo particularmente estoy de acuerdo de unas frases del evangelio de Mateo, el 6:24 y 15:11 entre otras, pero claro eso queda a interpretaciòn personal...
saludos y felicitaciones XD !
COMENTARIO DE Nadia Mouzaber: "liza UAOH.! me soprendio esa historia y es verdad dlo q dices hoy en dia uno enfrente de esa situacion no sabe como reaccionar al bien o mal... pero todos somos hermanos y no deberiamos criticar a la gente porque uno nunca sabe cuando nos podria pasar eso y no saber como actuaremos... la verdad me quede impactada con lo q escribistes y es verdad todos somos hijos de un padre que es nuestro señor y por eso todo somos hijos de el todo somos igual antes sus ojos y deberiamos tratarnos con amor y sin diferencia..."
Comentario desde el grupo Historias De Reflexión de Facebook.
COMENTARIO DE Edgar Flores Acosta: "Liza, cosas como esas suceden porque hemos olvidado el sentido de ser Cristianos "Seguidores e imitadores de Cristo" y pareciera que solo vamos a misa a recoger las "migajas" pues en ese momento es muy probable que Dios estuviese en esa señora esperando ser recibidos por nosotros y derramar inmensas bendiciones sobre nosotros y sin embargo le rechazamos, igual le rechazamos cuando caemos en pecado una y otra vez sin hacer el mas mínimo esfuerzo por no caer en las tentaciones, nos olvidamos de la lectura donde dice: " Cuando te vimos enfermo o en la cárcel y no te visitamos o forastero y no te dimos de comer....? eso es muy probable que sucediera en ese instante pero nuestros ojos están cegados. Hasta hemos asimilado culturas de anti valores donde vemos que ya el sexo desenfrenado, la codicia, el engaño, hasta matar es tan cotidiano que ya parece normal y dejamos de verlo como pecado, eso esta pasando y por eso debemos rescatar los valores perdidos .
Y bueno creo que me extendí demasiado en el comentario! jeje!, saludos y gracias por publicar ese mensaje de reflexión."
Comentario desde el grupo Historias De Reflexión de Facebook.
Así es Liza, muchos somos tibios de corazón, cristianos de sábado o domingo, sabemos rezar para pedirle al Todopoderoso, pero no con nuestras obras que es lo que realmente nos pide Dios. Hemos ido perdiendo la solidaridad por nuestros semejantes y dejando de lado unos de los mandatos divinos: "Amarás al prójimo como a ti mismo". Éste es el segundo mayor mandamiento de la fe cristiana. Dice el Señor: "Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Pero porque eres tibio y no frío o caliente, voy a vomitarte de mi boca.
Tú piensas: Soy rico, tengo de todo, nada me falta. Y no te das cuenta de que eres un infeliz, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.
Apocalipsis 3:15-17
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