CRÓNICAS DE UN COMERCIANTE.
"El
cliente siempre tiene la razón" es uno de los slogans más populares
entre la comunidad comercial y que se nos ha enseñado o que se ha aprendido
desde tiempos memorables y que se sigue y seguirá aprendiendo por generaciones
futuras.
Esa dichosa y famosa frase la dijo por primera vez
el empresario Cesar Ritz el que fundó la red de hoteles famosos por su apellido
RITZ, quien se dedicó a consentir a todos sus huéspedes quisquillosos de las
maneras más inauditas, siendo ése su slogan y su filosofía laboral.
Entiendo el por qué y para qué lo dijo y a la sociedad
a la cual se la dijo, y en su época fue un empresario aclamado y exitoso...
Pero eso fue en su época... Los tiempos cambian… y la gente cambia también con
los tiempos…
Yo no estoy de acuerdo con esa frase hecha, con ese
derecho no-constitucional el cual invoca cualquier sujeto que compró cualquier
cosita y se cree amparado por ese principio del comercio. ¡¡Qué va!!. El
cliente no siempre tiene razón. Es más, tiene la razón solo hasta que el
comerciante le demuestre lo contrario... algo así como el principio de
inocencia que aprendemos todo abogado al inicio de nuestras carreras y que ese
SÍ es un derecho constitucional.
El Ing. Ricardo Yohalmo León E.Master en
Administración de Empresas, escribió en esta web
http://gerenciayempresa.wordpress.com lo siguiente que les comparto por haberme
parecido sumamente interesante:
"¿Realmente el cliente siempre tiene la razón? Cuando en mis
seminarios sobre servicio al cliente hago esta pregunta a mi auditorio, después
de unos segundos de turbada expectación, se levantan tímidamente algunas manos
que me aseguran que si, especialmente si alguno de los jefes está presente,
pero luego reaccionan otros con más criterio que se atreven a desafiar esta
creencia empresarial: el cliente no siempre tiene la razón, pero hay que
tratarlo como si la tuviera.
Joe Turner, quien fuera hace varios años Vicepresidente Ejecutivo de
Recursos Humanos de Home Federal Savings & Loan, expresó este concepto en
forma más conciliadora cuando dijo: “Un gerente debe alentar a sus
empleados a dejar de pensar en quien tiene la razón para pensar mejor en que
está bien y que está mal.” Lo cierto es que los clientes son
maravillosos y en su mayoría agradecen el esfuerzo de las empresas por
llenar sus expectativas, pero el estimado lector estará de acuerdo
conmigo que hay clientes que hay que tener mucha paciencia para aguantarlos. Se
portan prepotentes y maleducados con nuestro personal y a veces uno se
encuentra con especuladores a los que yo no recomiendo tolerar, aun a riesgo de
perderlo. Conozco casos dramáticos de clientes abusivos que aquí seria largo
narrar, pero afortunadamente son minoría. Es el 1%, pero te causan el 95%
de los dolores de cabeza, dice Seth Godin. Seth Godin (1960), empresario
norteamericano de origen judío, considerado uno de los teóricos del marketing
más importantes del siglo XXI, dice en su blog: Si el cliente no tiene la razón,
ya no es tu cliente. En otras palabras, si el cliente no vale la pena que sea
tu cliente, dale de baja, despídelo. Las compañías exitosas despiden el 1% de
sus clientes que les dan el 95% de los dolores de cabeza. ¿Despedirles? Sí,
despídelo. Dile con toda la amabilidad que ya no quieres hacer negocio con él. Envíalo
a tus peores competidores. Bórralo de tu lista de correos. No le hagas promesas
que no puedes cumplir; no seas grosero; solo pasa al siguiente tema. Si tienes
un servicio o un producto que vale su dinero, ganas poder al rechazar clientes
que están dispuestos a pagar. Antes de caminar este camino, se decidido, firme,
cortés y directo, y dile que no quieres venderle
Mal haríamos si permitiéramos que clientes malcriados insulten a nuestro personal
o se aprovechen de nuestras políticas para cometernos fraudes como a veces
ocurre. Después de todo como dice Seth Godin, “solo constituyen el
1%”.Hay clientes problemáticos que lo que quieren es alguien que los escuche
con atención, pero hay una minoría que lo que quiere es aprovecharse de
nuestra política de servicio al cliente. No debemos de llevar esa
política a ultranza como para permitir que algún pedante disfrazado de cliente
nos robe nuestra paz y nuestros activos. Eso si: hay que usar siempre los
buenos modales. A veces suelen regresar a pedir disculpas cuando están
conscientes de que se han portado indebidamente. Max Ehrman en su poema en
prosa DESIDERATA, dice en cierto pasaje: “Mientras te sea posible hacerlo
sin capitular, mantén buenas relaciones con todos…” Adaptado al servicio al
cliente, estas palabras de Ehrman pudieran parodiarse así: “Mientras te sea
posible hacerlo sin capitular, da la razón al cliente, pero si se porta
violento e insultante, invítalo a que vaya a hacer eso a otro lado.” Si trato
de ganarle la discusión al cliente, igualmente lo voy a perder, pero partir del
supuesto que el cliente siempre tiene la razón, es un excelente principio para
formar una cultura de servicio, aunque el asunto no hay que llevarlo a extremos.”
Pues aplaudo ese análisis y le doy toda la razón y
apoyo. El cliente que tiene la razón no debe ser pedante ni maleducado, ha de
venir, plantear su queja y el empresario, en base a su experiencia y
conocimiento de su mercancía verá si de verdad tiene o no la razón. Y lo mas importante,
explicarle amablemente el por qué NO la tiene, y si no acepta nuestras explicaciones,
simplemente perderlo como cliente, no porque tiene la razón sino porque es mal
cliente, mal reclamador, mala persona al inventar fallas y/o ser de mente
cerrada porque a veces ni siquiera es falla del producto, es falla del USUARIO
por mal USAR el producto.
Obviamente estoy escribiendo esto en defensa de los
comerciantes y no porque todos los comerciantes actúan de buena fe y son las
mejores personas sino porque últimamente se habla mucho de defender al pobre
comprador y se olvidan que los vendedores tienen derechos y tienen una carga
económica que los "compradores" no enfrentan.
Los compradores se aprovechan de que tienen la Ley
y el poder de su lado y pretenden amenazar la paz y tranquilidad del empresario
que simplemente está trabajando día a día para despacharle los productos, los
servicios o los utensilios que necesita para su vida diaria, y el comerciante o
empresario termina por capitular, dando la apariencia de “darle la razón al
cliente” simple y llanamente porque no quieren dolores de cabezas, no quieren
amenazas y prefieren perder el dinero del producto a tener que aguantar malas
crianzas y temperamentos de extraños a su entorno familiar.
Ser comerciante no es fácil. No sólo porque tenemos
que lidiar con los clientes insatisfechos que vienen a caernos a cuentos chinos
de que nuestro producto vino malo y resulta que se cayó de un quinto piso y se
desbarató todo. También tenemos que lidiar con el que nos vende la mercancía
que quiere, como diría mi papá quien tiene toda su vida en el comercio, ofrecernos
el hueso, es decir, lo que no se vende, en vez de despacharnos el lomito, es
decir, lo que sí sale más y se vende más rápido y por lo tanto con lo que
podríamos recuperar el capital invertido. A su vez, tenemos que lidiar con el
Gobierno: INDEPABIS, SENIAT, INCE, BANAVIH, IVSS, y pare de contar.
Adicionalmente estar pendiente del alquiler, el agua, la luz, el sueldo de los
empleados (quienes muchas veces tampoco son muy buenos empleados, personas que
a veces ni ganas de trabajar tienen… pero este es otro tema para otra ocasión)…
Todo esto lidia el comerciante.
Lo más tedioso y a la vez satisfactorio es atender
al cliente, al público… todo dependiendo del tipo de cliente que nos toque, y
de cómo amaneció éste de acuerdo a la luna.
Es increíble cómo puedes saber mucho sobre una familia por cómo
compra en compañía de sus hijos. Puedes ver el trato hacia ellos y la actitud
de los jovencitos y jovencitas estando con sus padres. La altanería, la
educación, la cordialidad... todo se ve porque desde los ojos de un comerciante
nada se esconde. Tanto las exigencias malcriadas de una niña que quiere
determinado producto de determinado color y toma actitudes de rebeldía como el
pedimento suplicante de un niño por un determinado artículo.
También vemos a los
niños, niñas o adolescentes, o adultos que tienen una inseguridad sobre qué
producto adquirir y de qué color… Ahí notas problemas de seguridad y
autoestima. Salen a flote muchas cosas internas de los clientes con tan sólo
ver su desenvolvimiento en un proceso sencillo de toma de decisiones no
trascendentales… ¿cómo serán cuando tienen que tomar decisiones de índole mayor
que puedan cambiar para siempre sus vidas? ¿cómo habrán escogido sus carreras?
¿cómo escogerán una pareja?... Todo esto lo ve el ojo detallista de un
comerciante...
Y no es por nada
pero… quiero hacerles una pregunta ¿vale la pena pedir un crédito a un banco
por una suma demasiado pequeña? Aquí en Venezuela, por ejemplo, las personas
quieren pagar un café que vale como 20 Bs. con una tarjeta de crédito… ¿de
verdad vas a pedir un crédito bancario por 20 Bs.? Hay clientes que se pasan.
También está los
clientes que quieren comprar la cosa de la cuestión que va en el reproductor…
el corotito que sirve para que la cosa suene… Es decir, por favor, tengan
piedad de nosotros… somos comerciantes no psicoanalistas ni telépatas… Sepan
primero lo que quieren para medio orientarlos en lo que tenemos y lo que
necesiten… La comunicación en el comercio es primordial.
Pero, ¡ojo! Tampoco
tanta comunicación… no queremos saber su vida personal… nos entretiene en los
días que no hay mucho movimiento, pero no siempre… No queremos saber si su
mujer cuando lo cachó montando cachos le tiró el teléfono y éste artefacto se
rompió y por eso se le perdió la batería y la está buscando… Tampoco queremos
saber de aquélla vez que comió una hamburguesa de pollo y pasó cuatro días
hospitalizado por una intoxicación… ni el cuento de cuando se cayó y el vestido
se le rompió en plena fiesta… Repito: nos entretiene A VECES… pero no siempre…
Por lo tanto, si ve que no hay feed back, no me cuente de su vida personal…
Abra un Blog y publíquelo en su tuiter y con gustó lo seguiré…
Claro, no todo
cliente compra, ni está obligado a comprar, lo sé… Igual nos esmeramos por
atenderlos bien, no crean que todo comerciante es un amargado que no tiene
carrera, hay comerciantes que lo son por vocación y por amor a la compra-venta
de productos… Pero, vale, aprendan a ser clientes de buena vibra, clientes
amables, clientes que no hacen que trabajemos extra simplemente porque no
tienen más nada que hacer que fastidiar…
También, desde los
ojos del comerciante vemos otras cosas, como, por ejemplo, en diciembre tenemos
una visión apocalíptica de personas caminando medio corriendo en búsqueda de lo
último que les falta por comprar para la NocheBuena… y tienen que entendernos
en algo: el comerciante no tiene domingos, ni navidades… el horario decembrino
de un comercio no te deja energía para tú poder disfrutar con tu familia esas
fechas tan bellas… y francamente no ayudan a que fluya en mi el espíritu
navideño… Trabajamos extra durante más de un mes, tanto en horas como en el
propio trabajo ejercido porque vienen más personas a ser atendidas… por eso
digo, no es fácil ser comerciante y atender una y otra vez a los clientes
pedantes, maleducados y chocantes.
Ahora bien, les tengo una pregunta a
todas esas personas que alguna vez ha comprado un producto, ¿les cuesta doblar los billetes con decencia para
que me los den presentables...? Parece mentira, pero la impresión que da cuando
entregas billetes arrugados no es muy buena. Tu puedes saber mucho sobre una
persona por el estado de los billetes que te da… Yo pienso que son personas
desordenadas o desorganizadas en su vida personal… porque ni siquiera saben el
dinero que tienen para entregarnos como 10 billetes de 10 Bs. cada uno doblado
de distinta manera y, uno que otro medio lavado…
También, desde el
otro lado del mostrador podemos ver la falta de educación y las carencias en
los modales básicos como “buenos días” “por favor” y “gracias”. Palabras tan
básicas que no te consumen tiempo y que son como un rocío de dulzura para el
oído de quien te atiende.
Hace poco vino un
cliente que ni buenos días dio, y por más que sea, hay días en que uno necesita
sentir la amabilidad de las personas, sentir que el mundo no es un mundo tan
oscuro, que hay gente amable, simpática, educada, de buenos sentimientos que
entienden lo duro que es ser un comerciante encargado de la atención al
público… pero no… muchos, o por decir lo menos, el 50% de los clientes que
llegan NO te dan los buenos días, te tratan como si tuvieses que rendirles
pleitesía y creen que ellos son muy conocedores de lo que compran y no tienen
la humildad suficiente para decir amablemente: “Pero, disculpa, ¿qué es esto?
¿cómo se usa? ¿para qué sirve?”, no… simplemente hacen preguntas con
autosuficiencia, complementan la frase que estás diciendo de manera incorrecta
(porque no entienden el funcionamiento de lo que le estás vendiendo) y terminan
por irse luego de que les sacaste del estuchesito y del mostrador toda la
tienda… Que va… Aquí no se vale lo que dijo Ritz de que “el cliente tiene la
razón” y de que el servicio ha de ser ilógicamente esmerado porque, gente,
entiendan, hay personas que no tienen oficio y simplemente quieren hacer perder
el tiempo a uno… no seas de esas personas.
No
somos robots, señoras y señores, somos seres humanos. Comemos, nos vestimos y
tenemos sentimientos… Si a usted le gusta que una persona lo trate bien y lo
atienda con ganas, trátelo usted también con educación y amabilidad… Eso, más
que la cantidad de productos que compres, más que sacar un fajo de billetes de
gran denominación, ESO: la educación… vale oro… Vale más que el costo de todos los
productos que pueda tener a la venta y la atención que recibirás serán de
calidad, porque la amabilidad, la cordialidad, la simpatía, es bien vista ante
los ojos de un comerciante… y es retribuida con una magnífica sonrisa y un: “Dígame,
¿en qué puedo ayudarle?”
¡Feliz
día!
Por: Liza Moussa.
5 comentarios:
Muy bueno, jejeje. Felicidades
excelente! sigue escribiendo pues es una gran colaboración a los comerciantes, quienes hoy en día sufren y responden airados a todos los malos
Bueno despues de esta reflexion y tus anecdotas me rio un rato al sentir tranquilidad que a veces no soy la unica que ha sido mal tratada, cada vez que llega un cliente hay que mostrar su mejor sonrisa pero vaya que hay clientes de clientes sobre todo aquellos que te lanzan el dinero molestos, o se han ido sin pagar por que ellos consideran que no es un buen servicio y que uno esta puesto por el gobierno o en su defecto que nos encanta trabajar como burros de gratis, claro eso es ocasionales pero aun asi puede danarte todo un dia. Asi que al cesar lo que es del cesar y la razon al cliente solo cuando este tenga la razon. Muguett
Los clientes son a veces complicados, unos más que otros aunque creo que se reduce cuando los vendedores tienen toda una infraestructura que da confianza a los clientes, un cliente entre menos seguro está preguntará más y exigirá más al vendedor.
El cliente realmente no siempre tiene la razón está claro, pero hay que tratarlo siempre muy bien con mucho respeto sobre todo para que no pierda al final la confianza en el negocio y vuelva otra vez a comprar ahí o a utilizar dicho servicio. En todo caso si no tuviese razón se le puede explicar con detalle en el servicio de atención al cliente cuando escriba alguna reclamación o sugerencia, pero en todo caso los mismos clientes también tienen que tener los pies en tierra y comprender las mismas respuestas de la empresa, además de no ser por supuesto unos maleducados pero tampoco el personal de atención al cliente ni los empleados que trabajan en esos negocios tienen que ser maleducado con los clientes desde luego.
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