viernes, 22 de junio de 2012

Abogado, ¡A Mucha Honra!


ABOGADO, ¡A MUCHA HONRA!
Imagen de @bad_noel
Según Wikipedia: “Un abogado (del latín advocatus, "llamado en auxilio") es aquella persona que ejerce profesionalmente la defensa jurídica de una de las partes en juicio, así como los procesos judiciales y administrativos ocasionados por ella. Además, asesora y da consejo en materias jurídicas.

Es increíble cómo una de las profesiones menos apreciadas por la humanidad contemporánea sea la del Abogado. Las personas no dudan en ir al médico porque les duele algo, pero cuando se trata de un problema legal prefieren ir ya cuando lo que piden es casi un milagro.


¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué el abogado es visto por la sociedad como un chupasangre, leguleyo, insensible y desinteresado en sus clientes? Ah, quizás sea porque muchos lo son… y puede que los haya así, pero no por eso se ha de generalizar al gremio entero…

Pongamos un pequeño ejemplo: si un médico dañó la salud de su paciente con malos tratamientos y medicamentos haciéndole ir cita tras cita a la consulta médica sin lograr mejoría en sus condiciones, ¿se ha de hablar mal de TODOS los médicos de Venezuela (o el mundo)? ¿Acaso no fue, luego, un buen médico el que curó a ese paciente –con ayuda de Dios, por supuesto-? ¿Acaso no fue un buen abogado el que te sacó del problemón que un mal abogado te metió? ¿Acaso no fue un buen abogado el que te sacó la “pata del barro” -como se dice en criollo-, por haber firmado un documento que te era desfavorable por no querer pagar una pequeña consulta a un experto en el tema ANTES de que lo firmaras? ¿Será flojera de las personas? ¿Desconocimiento? ¿No lo vieron importante? Nunca lo entenderé…

Por otro lado, la gente cree que TODOS los que estudian Derecho son los renegados de las demás profesiones. Que los que estudiaron Derecho lo hicieron porque fueron rechazados de las carreras de Contabilidad, Administración de Empresas, Medicina, Ingeniería, Economía u otra de mayooor… mmm… ¿jerarquía? ¿dignidad? ¿exigencia?... Mucha gente lo cree así y lo pregonan a vox populi… ¡Qué equivocados están los que así piensan!

Por todas las ideas anteriormente esbozadas es que me siento obligada a decirles a todas esas personas que piensan así que están completamente errados al tener esa concepción. ¡No tienen ni idea de lo que tiene que aguantar un abogado en el trajín del día a día! ¡Ni tienen idea de lo que implica estudiar la carrera! Creo que debe ser una de las carreras más admiradas… y no lo digo porque yo sea Abogada, sino por lo que conlleva el título de ABOGADO en el alma y espíritu de aquél que lo estudió por verdadera vocación.

No digo que, por ejemplo, los Ingenieros, o Científicos no se admiren (mi hermano es ingeniero), pero vamos a hablar claro, las fórmulas científicas prácticamente no cambian, ni transmutan ni mejoran, salvo que algún afortunado científico se dedique a estudiar mucho sobre algún tema científico específico, medianamente relevante y saque una conclusión innovadora que cause sensación y cambie la historia de la ciencia… Pero, ¿sabías tú que TODOS los días, -y hago incapié- ABSOLUTAMENTE TO-DOS-LOS-DÍAS, en éste país donde estamos viviendo (Venezuela) salen Resoluciones, Decretos, y Leyes nuevas? Seguro que sí lo sabías pero como, según muchas personas, los abogados no hacemos nada con las leyes que YA están vigentes y con los casos que están en proceso, eso de que salga una “leyesita” nueva y eso de leer una ley es pan comido porque es leer un librito, chiquitito y delgadito… un par de paginitas y ya… ¿cierto? ¡Eso no es nada para un abogado que tiene tanto tiempo libre y que en realidad no hace nada! (NOTA DE LA AUTORA: Por favor, en éstas últimas frases utilizar un tono sarcástico apropiado, y si es necesario releerlo, gracias).

Veamos, vamos a ilustrar un poco –sólo un poco- la labor diaria de un abogado: Además de revisar todos los días la Gaceta Oficial publicada, y adicionalmente durante el día revisar los comentarios de expertos con respecto a lo que salió en dicha Gaceta, (sin contar que ya en este punto debes tener tu propia opinión como profesional del Derecho) y, aparte de recorrer Fiscalía, Tribunales, C.I.C.P.C., Notarías, Registros, Bancos, y luego, también, revisar todos los días las Sentencias o decisiones que dictan las distintas Salas del Tribunal Supremo de Justicia,  que a veces son acertadas y otras, francamente, ocasionan que literalmente nos jalemos los cabellos de la cabeza… Además de eso, también tenemos que buscar el tiempo para redactar diligencias, escritos y atender clientes (a quienes la mayoría de las veces no se les cobra consulta pero quita tiempo), siendo esto último (las consultas) algo que el ciudadano de a pie cree que es a lo único que nos dedicamos… Aparte de todo eso, de todo lo ya escrito hay un factor humano que muy pocas profesiones tienen como responsabilidad…

Querido ciudadano y cliente, nuestro trabajo es arduo, personalizado y quita muchísimo tiempo, y el tiempo es invaluable…

A veces, escribir una solicitud que no lleva más de 4 páginas a doble espacio, nos lleva una hora y hasta muchísimo más para redactarlo, y no por falta de talento en la escritura, (créanme que no),  o por desconocimiento del tema legal a tratar, sino que simple y llanamente, cada escrito hay que estudiarlo, porque cada escrito va a un caso específico con factores distintos. No son escritos estándar donde sólo se hace un “copia-pega” y se sustituyen nombres y apellidos, no; muchos creen que a eso es a lo que nos dedicamos y por eso mismo cualquier persona quiere dársela de abogado y nos traen el supuesto escrito (muy mal hecho) y sólo nos piden “la firmita” y de a gratis, para ñapa… (Hay que destacar que muchos le hacen la “firmita” y son los documentos firmados así de ésos clientes los que luego quieren que los buenos abogados les hagamos los milagros ya mencionados).

Nosotros, los abogados estudiosos, tenemos que leer jurisprudencia (sentencias de las distintas Salas del Tribunal Supremo de Justicia que sirven como antecedente para casos activos o futuros), tenemos que revisar las leyes, (si se encuentran vigente aún y no fueron derogadas por algún mísero decreto, violando la jerarquía de las leyes, -ocasionando mucha frustración en los litigantes- siendo éste país un país en donde hoy dormimos con una ley y mañana amanecemos con otra muy distinta vigente…) Y, luego de investigar, leer y analizar todo lo anterior, es cuando podemos comenzar a redactar y podemos plasmar con pocas o muchas palabras, precisas y concretas, los argumentos que servirán para un posible desenlace favorable para nuestro cliente…

Pero, claro, el cliente –casi siempre insatisfecho- ve unas cuantas líneas en un par de páginas y creen que el abogado los está estafando por el costo de sus honorarios y que, al leer nuestros escritos, se la quieren dar de vivos y conocedores de la ley, queriendo quitar párrafos que “creen” que no son necesarios, y hacen comentarios sobre el por qué hay que escribir tanto, que por qué introducir el escrito al quinto día si puede hacerse al día después, que por qué la Audiencia es a las 9:00 a.m. y son las 10:00 a.m. y no ha iniciado, que por qué esto, que por qué lo otro… Y el problema no es que pregunten, porque para eso estamos, para resolver las dudas que tengan, y lo hacemos con gusto, pero… hacen las preguntas con un sentido de autosuficiencia, con esa mirada introspectiva de “me estás metiendo embuste”, porque si el cliente sabe de Derecho bien puede defenderse sólo y no contratar los servicios de un Abogado que anda pasando roncha en la calle por defender sus derechos, y lo que consigue del cliente es una total desconfianza a la labor.

Señores, si no confían en el abogado que contrataron, simplemente busquen otro en quien puedan confiar así sea un poquito, pero no estorben la labor del abogado que ya contrataron. No todos los abogados nos ganamos la confianza del cliente, porque no todos somos monedita de oro para caerles bien a todos, pero ¡vamos!, si no puedes solucionar el problema, tienes que confiar en que un abogado –cuyos antecedentes y trayectoria lógicamente ya has verificado- haga su trabajo… ¡para eso estás pagando!... pero nosotros no podemos trabajar con ánimo, ahínco y no podemos meternos en esos largos tiempos de investigación y lectura profunda si a cada rato estás llamando a tu abogado para preguntarle si, desde la llamada que hiciste a las 6:00 p.m. hasta las 8:15 a.m. del día siguiente (cuando aún no han abierto siquiera los tribunales) hay algún avance o noticias nuevas de tu caso… Entendemos el desespero del cliente por solucionar rápido su situación pero ¡por amor a Dios, tengan paciencia!

Ahora bien, hay un detalle que no he tocado. Resulta ser y acontece que puede suceder que el Tribunal en donde está la causa del cliente más insatisfecho, más quejumbroso y malagradecido (porque estas cosas tipo Ley de Murphy sólo le pasa a ese tipo de cliente), tiene el juez enfermo desde hace como dos meses y no ha dado despacho y tampoco le han nombrado un suplente (por falta de presupuesto), y, por lo tanto, el caso está paralizado por causas ajenas a la voluntad del abogado diligente y preocupado… Pero entonces… ahí… justo ahí comienzan las incesantes llamadas del cliente que no entiende que nosotros no hacemos milagros, y que simple y llanamente tienen que tener paciencia… y a veces el caso se paraliza por tanto tiempo que luego dicen que es “Culpa del abogado”…

Y con todo esto, no he ni siquiera empezado ni he tocado el tema del carácter de la mayoría de los funcionarios judiciales y/o públicos, y, ¿saben? no tocaré ese tema. No, no lo haré simple y llanamente para honrar a los verdaderos funcionarios tribunalicios y de los demás entes públicos que son, francamente, dignos de admirar por su amabilidad, cortesía, simpatía, diligencia y esfuerzo, al ayudar al abogado litigante a pasar los tragos amargos que otros funcionarios amargados y resentidos nos hacen pasar. Sólo por honrarlos a ellos, a ese admirable personal que respeto, no tocaré el tema de los funcionarios… tema de la que tengo mucha tela que cortar pero, al menos por esta ocasión, se los dejo a su imaginación.

Ahora bien, dicho lo anterior, continúo mi hilo de pensamientos:

Además de lidiar con el cliente, de lidiar con el colega de la contraparte –quien, muchas veces suele ser un impertinente que se toma a pecho cada palabra que se dice en contra de los alegatos que él o ella hizo en nombre de su representado o representada creyendo que la pugna es una pelea de gladiadores y no una disputa jurídica con un árbitro imparcial que decidirá, y quien se toma los casos a pecho haciéndose hasta enemigo de uno-, además de lidiar, también, con los funcionarios públicos, y con el horario… (el bendito trauma del “3:30 p.m.” que sólo un abogado entiende)… Además de todo eso, la labor de un abogado tiene algo más… algo espiritual de lo que no mucho se habla en las reuniones sociales donde está presente un abogado.

Nos han llamado de todo… Para muchos somos: “leguleyos”, “chupasangres”, “materialistas”, “ratas”, “sarnas” y otra gran infinidad de términos que se nos atribuye muy “cariñosamente”… pero hay un calificativo que muchos abogados se lo han ganado, y es el de “insensible”,  “corazón duro”, de “grandes espuelas”… y otros más… Hasta Ricardo Arjona mencionó en una de sus canciones tituladas “Me Enseñaste” que “los abogados saben poco de amor y que el amor se cohíbe en los juzgados.”

Hay un poema que circula por internet de Horacio Vega (abogado y poeta) que dice así:

Yo soy el abogado.

El que todas las mañanas va recorriendo Juzgados,
y anda a los apurones por ese escrito con cargo.
El que soporta la espera, el que se banca los paros,
y debe poner la cara justificando el atraso.
El que abre el escritorio y sale a ganarse el mango,
porque se vienen las cuentas y todo sigue a despacho”.
El que no tiene licencias, ni salarios, ni aguinaldo,
y debe pelearla duro porque se cobra salteado.
Yo soy el abogado.
Muchas veces de pleitero, injustamente acusado.
Al que todos lo consultan cuando se ven apurados,
en la calle, en el cine, y en la cola del mercado,
y al que nadie le pregunta “¿doctor, se le debe algo?”
Yo soy el abogado.
El que tantas veces pone su paciencia de artesano
para llegar al final con deudor insolventado.
El de cedulas y oficios, a pulmón diligenciados.
El que debe tolerar el sistema colapsado,
las nuevas disposiciones de Rentas y de Catastro,
los timbrados del Registro y el humor del funcionario.
Yo soy el Abogado.
El que hace de estratega, de confesor, y de malo,
de mediador y de amigo, de psicólogo y de hermano.
El que sale a cara o cruz, con niebla o lluvia viajando,
porque justo le fijaron una audiencia bien temprano.
El que se muerde los labios porque el testigo ha faltado,
El que sufre taquicardia mientras va leyendo el fallo.
Del mostrador, para acá. Del pasillo, quede claro.
El que recorre Juzgados, durante meses y años.
A mucha honra señor, yo soy, el abogado.

¡HERMOSO! Ese poema siempre me ha gustado y me ha llenado. Y ha tocado el tema al que me he referido.



El abogado, el verdadero abogado lo es por convicción. Ése es el abogado que tiene que realizar labores tan humanas como, quizás, la tienen los médicos.

A nosotros se nos acerca la persona acongojada, con esos ojos que, aún antes de escucharle la voz, ya sabes que lo que te dicen es “Tengo un problemón y tengo miedo”. Esa persona se sienta frente a ti, te dice su nombre, y cuando le preguntas “Dígame, ¿en qué puedo ayudarl@?” comienza a relatar, -juntas sus manos y nerviosa la postura- el problema que lo anda atormentando.

Entonces el abogado calla… escucha… analiza… pregunta lo que por nervios el cliente no dijo por no creerlo importante… y entonces, quizás, si es una mujer se te pone a llorar diciéndote “¿Qué hago? Me quiere quitar a mi hijo”, o, ese hombre te dice con la voz quebrada “Le pagué todos mis ahorros y ahora me quedé en la calle, no sé qué hacer, no le he dicho nada a mi familia”… ¿Qué hace el abogado? El abogado comienza primero con su labor psicológica de poner bálsamo a la herida aún abierta, pero no sólo con psicología ayudando a la persona a que se tranquilice… sino que el abogado DEBE, quiera o no, saber hablar con las personas, saber usar el tono de voz apropiado para calmar, tener la actitud apropiada para no asustar, y a la vez, tener el conocimiento suficiente para aconsejar en el camino legal ideal para darle paz y tranquilidad espiritual y mental al cliente, quien, generalmente, se retira de la oficina con una tímida sonrisa y el corazón menos “taquicárdico” que cuando llegó… y esa persona, el cliente, se libera de la carga de su problema, y se la pone en los hombros del abogado…

Sí, señoras y señores, esa carga que tu, ciudadano cliente, has llevado en tus hombros, el abogado, el buen abogado la lleva como suya, y la lucha como suya (siempre respetando los límites de la ética y distancia profesional), pero sí hace la lucha hasta el final para defender el derecho que se te intenta ultrajar… Es una carga que a veces las personas no entienden, es una carga y una responsabilidad porque esas personas han puesto en nuestras manos, con la mejor intención, la confianza de que solucionaremos sus problemas. Y no es la responsabilidad de UN cliente… son varios clientes a la vez.

Y es todavía más difícil cuando, por falta de separación de poderes, de falta de imparcialidad de los jueces, de saboteo de funcionarios judiciales en los expedientes, de constantes cambios en leyes que cercenan los derechos más básicos de las personas, tienes que decirle a tu cliente: “No puedo hacer nada…”… o lo peor, decirle: “El caso se perdió”…


Es dura la labor… No es fácil… En esos momentos muchos nos preguntamos… “¿para qué seguir en esto? ¿para qué?”

Pero ¿saben? Esta profesión tiene sus momentos de satisfacción muy grandes que son los que nos motivan y eso vale más que cualquier tipo de honorarios que pudiste recibir. El simple hecho de ver que ese cliente que una vez recurrió hacia ti cabizbajo y hundido en el problema que lo agobiaba ya no lo está y que con un suspiro de alivio y una sonrisa gigante te dice con una profunda alegría unas pocas palabras que enmarcan y llenan el corazón de un abogado: “¡GRACIAS! ¡Dios la bendiga, Doctora!” o “¡Dios lo bendiga, Doctor!”… teniendo en su mirada el brillo de la alegría y las facciones de su rostro relajadas como si un peso enorme que sobre sus hombros tenía, de repente, se desvaneció… Escuchar eso de ése cliente cuyo caso te hizo trabajar más que cualquier otro, y que lograste llevar su defensa como buen embajador ante los Tribunales y que se haya hecho Justicia… simple y llanamente no tienen precio… El precio de eso es saber que has colaborado con la Justicia, y al colaborar con la Justicia, colaboras con Dios.

Esas palabras llenan tanto a cualquier abogado que te afirman nuevamente y te recuerdan una vez más por qué no escogimos Administración, ni Economía, ni Medicina, ni Ingeniería…

Particularmente a mí me hacen sentirme orgullosa y satisfecha, y a pesar de todo lo malo que pueda significar el tener que hacer mi labor, a cualquiera que me pregunte: “¿A qué te dedicas?” le respondo sin pretensiones: “¡SOY ABOGADO!” y cuando me ven suspicaces, agrego presurosa: “¡A mucha honra!”. Sí, señores.

Queridos colegas, este 23 de junio, celebremos juntos el Día del Abogado recordando el Decálogo o Mandamiento del Abogado escrito por Eduardo Couture:

1) Estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.
2) Piensa. El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
3) Trabaja. La abogacía es una dura fatiga pues está al servicio de la Justicia.
4) Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha siempre por la justicia.
5) Sé leal. Leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que tú le invocas. Intenta ser leal con todo el mundo y todo el mundo intentará ser leal contigo.
6) Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.
7) Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
8) Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz, como sustituto bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, Justicia, ni Paz.
9) Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
10) Ama a tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga abogado.


¡Qué loable labor!

Una cualidad de la Justicia es hacerla pronto y sin dilaciones; hacerla esperar es injusticia.Jean de la Bruyere (1645-1696) Escritor francés.

La justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera.” Quinto Horacio Flaco (65 AC-8 AC) Poeta latino.

Todos somos iguales ante la ley, pero no ante los encargados de aplicarla.” Stanislaw Ferzy Lec.

¡FELIZ DÍA DEL ABOGADO A ESOS SERES QUE NOS DEDICAMOS SIN CANSANCIO Y CON TESÓN A LUCHAR POR LA JUSTICIA!
 Dios los bendiga a todos.

Por: Abog. Liza Moussa.
AÑO: 2012.

17 comentarios:

tula altuve dijo...

Me parece excelente todo lo que dices la absoluta realidad soy estudiante de Derecho en la UCAT, y no es nada facil de verdad hay que estudiar para poder avanzar. Exitos !

Unknown dijo...

hermanita llegue hasta despues del poema... luego sigo leyendo jejeje... TQM...

pero tienes razon... sigue con tus escritos...

Georgina Khawam dijo...

Que belleza Liza! No esperaba menos de ti. Feliz Dia del Abogado y gracias por enseñarme tanto con el tiempo que no te sobraba,pero con cariño. Eternamente agradecidad! Un Abrazo!

Charlie dijo...

Excelente!

Liza Moussa dijo...

COMENTARIO DE Dariana Farfan DESDE EL GRUPO "HISTORIAS DE REFLEXION" EN FACEBOOK EL 25 DE JUNIO DE 2012:

"Me gustó mucho tu reflexion!! Excelente. con tu permiso copio y pego...."

Liza Moussa dijo...

¡Gracias a todos esos colegas y no colegas que se tomaron unos minutos para leerlo!

Así entendemos a los profesionales de una de las carreras menos agradecida.

Se me cuidan!

Liza Moussa

Anónimo dijo...

Excelente!! el mejor resumen de mi jornada diaria de los ultimos 10 años de mi vida..

Azul Celeste dijo...

Muy bello todo.
Me gusto mucho el poema.
Con tu permiso lo voy a compartir.
Saludos

Anónimo dijo...

Me gusto mucho el poema y todo lo que dices. Gracias por defender la profesion. De otra colega. Saludos.

Andrés Izquierdo dijo...

Liza, amiga, no pare de escribir....

Anónimo dijo...

!!Excelente, la verdad verdadera!!

Anónimo dijo...

linda reflexión colega, los que amamos nuestra profesión la ejercemos de verdad.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fabián Orozco dijo...

Excelente TODO su contenido.
Gracias por compartirlo con nosotros.
Me llené de sabiduría.

DIOS, me la bendiga SIEMPRE !!!

Carlos Javier Cañar Ramón dijo...

Han sido una delicia sus letras, agradezco su tiempo en plasmar la vivencia del abogado que muchas e las veces pasa desapercibida por los demás ciudadanos, saludos y éxitos....

Unknown dijo...

Me encanta ! Jaja medio larrrrgo pero es que hay tanto para contar.....

yisus dijo...

contar con un Abogado Valencia es importante es bueno prevenir. Los abogados siempre pueden advertir a su cliente de las posibles consecuencias negativas, en términos legales, que puede acarrear un negocio, un contrato, alguna actuación en el ámbito de familia o llevar a cabo alguna conducta que incluso puede constituir un delito penado por el Código Penal español.

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