ABOGADO, ¡A
MUCHA HONRA!
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Según
Wikipedia: “Un abogado (del latín advocatus,
"llamado en auxilio") es aquella persona que ejerce profesionalmente
la defensa jurídica de una de las partes en juicio, así
como los procesos judiciales y administrativos
ocasionados por ella. Además, asesora y da consejo en materias jurídicas.”
Es
increíble cómo una de las profesiones menos apreciadas por la humanidad
contemporánea sea la del Abogado. Las personas no dudan en ir al médico porque
les duele algo, pero cuando se trata de un problema legal prefieren ir ya cuando
lo que piden es casi un milagro.
¿Por
qué ocurre esto? ¿Por qué el abogado es visto por la sociedad como un
chupasangre, leguleyo, insensible y desinteresado en sus clientes? Ah, quizás
sea porque muchos lo son… y puede que los haya así, pero no por eso se ha de
generalizar al gremio entero…
Pongamos
un pequeño ejemplo: si un médico dañó la salud de su paciente con malos tratamientos
y medicamentos haciéndole ir cita tras cita a la consulta médica sin lograr
mejoría en sus condiciones, ¿se ha de hablar mal de TODOS los médicos de
Venezuela (o el mundo)? ¿Acaso no fue, luego, un buen médico el que curó a ese
paciente –con ayuda de Dios, por supuesto-? ¿Acaso no fue un buen abogado el
que te sacó del problemón que un mal abogado te metió? ¿Acaso no fue un buen
abogado el que te sacó la “pata del barro” -como se dice en criollo-, por haber
firmado un documento que te era desfavorable por no querer pagar una pequeña
consulta a un experto en el tema ANTES de que lo firmaras? ¿Será flojera de las
personas? ¿Desconocimiento? ¿No lo vieron importante? Nunca lo entenderé…
Por
otro lado, la gente cree que TODOS los que estudian Derecho son los renegados
de las demás profesiones. Que los que estudiaron Derecho lo hicieron porque
fueron rechazados de las carreras de Contabilidad, Administración de Empresas,
Medicina, Ingeniería, Economía u otra de mayooor… mmm… ¿jerarquía? ¿dignidad?
¿exigencia?... Mucha gente lo cree así y lo pregonan a vox populi… ¡Qué equivocados
están los que así piensan!
Por
todas las ideas anteriormente esbozadas es que me siento obligada a decirles a
todas esas personas que piensan así que están completamente errados al tener
esa concepción. ¡No tienen ni idea de lo que tiene que aguantar un abogado en
el trajín del día a día! ¡Ni tienen idea de lo que implica estudiar la carrera!
Creo que debe ser una de las carreras más admiradas… y no lo digo porque yo sea
Abogada, sino por lo que conlleva el título de ABOGADO en el alma y espíritu de
aquél que lo estudió por verdadera vocación.
No
digo que, por ejemplo, los Ingenieros, o Científicos no se admiren (mi hermano
es ingeniero), pero vamos a hablar claro, las fórmulas científicas
prácticamente no cambian, ni transmutan ni mejoran, salvo que algún afortunado
científico se dedique a estudiar mucho sobre algún tema científico específico, medianamente
relevante y saque una conclusión innovadora que cause sensación y cambie la
historia de la ciencia… Pero, ¿sabías tú que TODOS los días, -y hago incapié- ABSOLUTAMENTE
TO-DOS-LOS-DÍAS, en éste país donde estamos viviendo (Venezuela) salen
Resoluciones, Decretos, y Leyes nuevas? Seguro que sí lo sabías pero como,
según muchas personas, los abogados no hacemos nada con las leyes que YA están
vigentes y con los casos que están en proceso, eso de que salga una “leyesita”
nueva y eso de leer una ley es pan comido porque es leer un librito, chiquitito
y delgadito… un par de paginitas y ya… ¿cierto? ¡Eso no es nada para un abogado
que tiene tanto tiempo libre y que en realidad no hace nada! (NOTA DE LA AUTORA: Por favor, en éstas últimas
frases utilizar un tono sarcástico apropiado, y si es necesario releerlo, gracias).
Veamos,
vamos a ilustrar un poco –sólo un poco- la labor diaria de un abogado: Además de
revisar todos los días la Gaceta Oficial publicada, y adicionalmente durante el
día revisar los comentarios de expertos con respecto a lo que salió en dicha
Gaceta, (sin contar que ya en este punto debes tener tu propia opinión como
profesional del Derecho) y, aparte de recorrer Fiscalía, Tribunales, C.I.C.P.C.,
Notarías, Registros, Bancos, y luego, también, revisar todos los días las
Sentencias o decisiones que dictan las distintas Salas del Tribunal Supremo de
Justicia, que a veces son acertadas y
otras, francamente, ocasionan que literalmente nos jalemos los cabellos de la
cabeza… Además de eso, también tenemos que buscar el tiempo para redactar
diligencias, escritos y atender clientes (a quienes la mayoría de las veces no
se les cobra consulta pero quita tiempo), siendo esto último (las consultas) algo
que el ciudadano de a pie cree que es a lo único que nos dedicamos… Aparte de
todo eso, de todo lo ya escrito hay un factor humano que muy pocas profesiones
tienen como responsabilidad…
Querido
ciudadano y cliente, nuestro trabajo es arduo, personalizado y quita muchísimo
tiempo, y el tiempo es invaluable…
A
veces, escribir una solicitud que no lleva más de 4 páginas a doble espacio,
nos lleva una hora y hasta muchísimo más para redactarlo, y no por falta de
talento en la escritura, (créanme que no), o por desconocimiento del tema legal a tratar,
sino que simple y llanamente, cada escrito hay que estudiarlo, porque cada escrito
va a un caso específico con factores distintos. No son escritos estándar donde sólo
se hace un “copia-pega” y se sustituyen nombres y apellidos, no; muchos creen
que a eso es a lo que nos dedicamos y por eso mismo cualquier persona quiere
dársela de abogado y nos traen el supuesto escrito (muy mal hecho) y sólo nos
piden “la firmita” y de a gratis, para ñapa… (Hay que destacar que muchos le
hacen la “firmita” y son los documentos firmados así de ésos clientes los que
luego quieren que los buenos abogados les hagamos los milagros ya mencionados).
Nosotros,
los abogados estudiosos, tenemos que leer jurisprudencia (sentencias de las distintas
Salas del Tribunal Supremo de Justicia que sirven como antecedente para casos activos
o futuros), tenemos que revisar las leyes, (si se encuentran vigente aún y no
fueron derogadas por algún mísero decreto, violando la jerarquía de las leyes, -ocasionando
mucha frustración en los litigantes- siendo éste país un país en donde hoy
dormimos con una ley y mañana amanecemos con otra muy distinta vigente…) Y, luego
de investigar, leer y analizar todo lo anterior, es cuando podemos comenzar a
redactar y podemos plasmar con pocas o muchas palabras, precisas y concretas,
los argumentos que servirán para un posible desenlace favorable para nuestro
cliente…
Pero,
claro, el cliente –casi siempre insatisfecho- ve unas cuantas líneas en un par
de páginas y creen que el abogado los está estafando por el costo de sus
honorarios y que, al leer nuestros escritos, se la quieren dar de vivos y
conocedores de la ley, queriendo quitar párrafos que “creen” que no son
necesarios, y hacen comentarios sobre el por qué hay que escribir tanto, que
por qué introducir el escrito al quinto día si puede hacerse al día después,
que por qué la Audiencia es a las 9:00 a.m. y son las 10:00 a.m. y no ha
iniciado, que por qué esto, que por qué lo otro… Y el problema no es que
pregunten, porque para eso estamos, para resolver las dudas que tengan, y lo
hacemos con gusto, pero… hacen las preguntas con un sentido de autosuficiencia,
con esa mirada introspectiva de “me estás metiendo embuste”, porque si el
cliente sabe de Derecho bien puede defenderse sólo y no contratar los servicios
de un Abogado que anda pasando roncha en la calle por defender sus derechos, y
lo que consigue del cliente es una total desconfianza a la labor.
Señores,
si no confían en el abogado que contrataron, simplemente busquen otro en quien
puedan confiar así sea un poquito, pero no estorben la labor del abogado que ya
contrataron. No todos los abogados nos ganamos la confianza del cliente, porque
no todos somos monedita de oro para caerles bien a todos, pero ¡vamos!, si no
puedes solucionar el problema, tienes que confiar en que un abogado –cuyos
antecedentes y trayectoria lógicamente ya has verificado- haga su trabajo…
¡para eso estás pagando!... pero nosotros no podemos trabajar con ánimo, ahínco
y no podemos meternos en esos largos tiempos de investigación y lectura
profunda si a cada rato estás llamando a tu abogado para preguntarle si, desde
la llamada que hiciste a las 6:00 p.m. hasta las 8:15 a.m. del día siguiente
(cuando aún no han abierto siquiera los tribunales) hay algún avance o noticias
nuevas de tu caso… Entendemos el desespero del cliente por solucionar rápido su
situación pero ¡por amor a Dios, tengan paciencia!
Ahora
bien, hay un detalle que no he tocado. Resulta ser y acontece que puede suceder
que el Tribunal en donde está la causa del cliente más insatisfecho, más
quejumbroso y malagradecido (porque estas cosas tipo Ley de Murphy sólo le pasa
a ese tipo de cliente), tiene el juez enfermo desde hace como dos meses y no ha
dado despacho y tampoco le han nombrado un suplente (por falta de presupuesto),
y, por lo tanto, el caso está paralizado por causas ajenas a la voluntad del
abogado diligente y preocupado… Pero entonces… ahí… justo ahí comienzan las
incesantes llamadas del cliente que no entiende que nosotros no hacemos
milagros, y que simple y llanamente tienen que tener paciencia… y a veces el
caso se paraliza por tanto tiempo que luego dicen que es “Culpa del abogado”…
Y
con todo esto, no he ni siquiera empezado ni he tocado el tema del carácter de
la mayoría de los funcionarios judiciales y/o públicos, y, ¿saben? no tocaré
ese tema. No, no lo haré simple y llanamente para honrar a los verdaderos
funcionarios tribunalicios y de los demás entes públicos que son, francamente,
dignos de admirar por su amabilidad, cortesía, simpatía, diligencia y esfuerzo,
al ayudar al abogado litigante a pasar los tragos amargos que otros
funcionarios amargados y resentidos nos hacen pasar. Sólo por honrarlos a ellos,
a ese admirable personal que respeto, no tocaré el tema de los funcionarios… tema
de la que tengo mucha tela que cortar pero, al menos por esta ocasión, se los
dejo a su imaginación.
Ahora
bien, dicho lo anterior, continúo mi hilo de pensamientos:
Además
de lidiar con el cliente, de lidiar con el colega de la contraparte –quien,
muchas veces suele ser un impertinente que se toma a pecho cada palabra que se
dice en contra de los alegatos que él o ella hizo en nombre de su representado o
representada creyendo que la pugna es una pelea de gladiadores y no una disputa
jurídica con un árbitro imparcial que decidirá, y quien se toma los casos a
pecho haciéndose hasta enemigo de uno-, además de lidiar, también, con los
funcionarios públicos, y con el horario… (el bendito trauma del “3:30 p.m.” que
sólo un abogado entiende)… Además de todo eso, la labor de un abogado tiene
algo más… algo espiritual de lo que no mucho se habla en las reuniones sociales
donde está presente un abogado.
Nos
han llamado de todo… Para muchos somos: “leguleyos”, “chupasangres”, “materialistas”,
“ratas”, “sarnas” y otra gran infinidad de términos que se nos atribuye muy
“cariñosamente”… pero hay un calificativo que muchos abogados se lo han ganado,
y es el de “insensible”, “corazón duro”,
de “grandes espuelas”… y otros más… Hasta Ricardo Arjona mencionó en una de sus
canciones tituladas “Me Enseñaste” que “los abogados saben poco de amor y que
el amor se cohíbe en los juzgados.”
Hay
un poema que circula por internet de Horacio Vega (abogado y poeta) que dice
así:
“Yo soy el abogado.
El que todas las mañanas va recorriendo Juzgados,
y anda a los apurones por ese escrito con cargo.
El que soporta la espera, el que se banca los paros,
y debe poner la cara justificando el atraso.
El que abre el escritorio y sale a ganarse el mango,
porque se vienen las cuentas y todo sigue a despacho”.
El que no tiene licencias, ni salarios, ni aguinaldo,
y debe pelearla duro porque se cobra salteado.
Yo soy el abogado.
Muchas veces de pleitero, injustamente acusado.
Al que todos lo consultan cuando se ven apurados,
en la calle, en el cine, y en la cola del mercado,
y al que nadie le pregunta “¿doctor, se le debe algo?”
Yo soy el abogado.
El que tantas veces pone su paciencia de artesano
para llegar al final con deudor insolventado.
El de cedulas y oficios, a pulmón diligenciados.
El que debe tolerar el sistema colapsado,
las nuevas disposiciones de Rentas y de Catastro,
los timbrados del Registro y el humor del funcionario.
Yo soy el Abogado.
El que hace de estratega, de confesor, y de malo,
de mediador y de amigo, de psicólogo y de hermano.
El que sale a cara o cruz, con niebla o lluvia viajando,
porque justo le fijaron una audiencia bien temprano.
El que se muerde los labios porque el testigo ha faltado,
El que sufre taquicardia mientras va leyendo el fallo.
Del mostrador, para acá. Del pasillo, quede claro.
El que recorre Juzgados, durante meses y años.
A mucha honra señor, yo soy, el abogado.”
El que todas las mañanas va recorriendo Juzgados,
y anda a los apurones por ese escrito con cargo.
El que soporta la espera, el que se banca los paros,
y debe poner la cara justificando el atraso.
El que abre el escritorio y sale a ganarse el mango,
porque se vienen las cuentas y todo sigue a despacho”.
El que no tiene licencias, ni salarios, ni aguinaldo,
y debe pelearla duro porque se cobra salteado.
Yo soy el abogado.
Muchas veces de pleitero, injustamente acusado.
Al que todos lo consultan cuando se ven apurados,
en la calle, en el cine, y en la cola del mercado,
y al que nadie le pregunta “¿doctor, se le debe algo?”
Yo soy el abogado.
El que tantas veces pone su paciencia de artesano
para llegar al final con deudor insolventado.
El de cedulas y oficios, a pulmón diligenciados.
El que debe tolerar el sistema colapsado,
las nuevas disposiciones de Rentas y de Catastro,
los timbrados del Registro y el humor del funcionario.
Yo soy el Abogado.
El que hace de estratega, de confesor, y de malo,
de mediador y de amigo, de psicólogo y de hermano.
El que sale a cara o cruz, con niebla o lluvia viajando,
porque justo le fijaron una audiencia bien temprano.
El que se muerde los labios porque el testigo ha faltado,
El que sufre taquicardia mientras va leyendo el fallo.
Del mostrador, para acá. Del pasillo, quede claro.
El que recorre Juzgados, durante meses y años.
A mucha honra señor, yo soy, el abogado.”
¡HERMOSO!
Ese poema siempre me ha gustado y me ha llenado. Y ha tocado el tema al que me
he referido.
El
abogado, el verdadero abogado lo es por convicción. Ése es el abogado que tiene
que realizar labores tan humanas como, quizás, la tienen los médicos.
A
nosotros se nos acerca la persona acongojada, con esos ojos que, aún antes de
escucharle la voz, ya sabes que lo que te dicen es “Tengo un problemón y tengo miedo”. Esa persona se sienta frente a
ti, te dice su nombre, y cuando le preguntas “Dígame, ¿en qué puedo ayudarl@?” comienza a relatar, -juntas sus
manos y nerviosa la postura- el problema que lo anda atormentando.
Entonces
el abogado calla… escucha… analiza… pregunta lo que por nervios el cliente no
dijo por no creerlo importante… y entonces, quizás, si es una mujer se te pone
a llorar diciéndote “¿Qué hago? Me quiere
quitar a mi hijo”, o, ese hombre te dice con la voz quebrada “Le pagué todos mis ahorros y ahora me quedé
en la calle, no sé qué hacer, no le he dicho nada a mi familia”… ¿Qué hace
el abogado? El abogado comienza primero con su labor psicológica de poner
bálsamo a la herida aún abierta, pero no sólo con psicología ayudando a la
persona a que se tranquilice… sino que el abogado DEBE, quiera o no, saber
hablar con las personas, saber usar el tono de voz apropiado para calmar, tener
la actitud apropiada para no asustar, y a la vez, tener el conocimiento
suficiente para aconsejar en el camino legal ideal para darle paz y
tranquilidad espiritual y mental al cliente, quien, generalmente, se retira de
la oficina con una tímida sonrisa y el corazón menos “taquicárdico” que cuando
llegó… y esa persona, el cliente, se libera de la carga de su problema, y se la
pone en los hombros del abogado…
Sí,
señoras y señores, esa carga que tu, ciudadano cliente, has llevado en tus
hombros, el abogado, el buen abogado la lleva como suya, y la lucha como suya
(siempre respetando los límites de la ética y distancia profesional), pero sí
hace la lucha hasta el final para defender el derecho que se te intenta
ultrajar… Es una carga que a veces las personas no entienden, es una carga y
una responsabilidad porque esas personas han puesto en nuestras manos, con la
mejor intención, la confianza de que solucionaremos sus problemas. Y no es la
responsabilidad de UN cliente… son varios clientes a la vez.
Y
es todavía más difícil cuando, por falta de separación de poderes, de falta de
imparcialidad de los jueces, de saboteo de funcionarios judiciales en los
expedientes, de constantes cambios en leyes que cercenan los derechos más
básicos de las personas, tienes que decirle a tu cliente: “No puedo hacer nada…”… o lo peor, decirle: “El caso se perdió”…
…
Es
dura la labor… No es fácil… En esos momentos muchos nos preguntamos… “¿para qué seguir en esto? ¿para qué?”
Pero
¿saben? Esta profesión tiene sus momentos de satisfacción muy grandes que son
los que nos motivan y eso vale más que cualquier tipo de honorarios que pudiste
recibir. El simple hecho de ver que ese cliente que una vez recurrió hacia ti
cabizbajo y hundido en el problema que lo agobiaba ya no lo está y que con un
suspiro de alivio y una sonrisa gigante te dice con una profunda alegría unas
pocas palabras que enmarcan y llenan el corazón de un abogado: “¡GRACIAS! ¡Dios la bendiga, Doctora!” o
“¡Dios lo bendiga, Doctor!”… teniendo
en su mirada el brillo de la alegría y las facciones de su rostro relajadas
como si un peso enorme que sobre sus hombros tenía, de repente, se desvaneció…
Escuchar eso de ése cliente cuyo caso te hizo trabajar más que cualquier otro,
y que lograste llevar su defensa como buen embajador ante los Tribunales y que
se haya hecho Justicia… simple y llanamente no tienen precio… El precio de eso
es saber que has colaborado con la Justicia, y al colaborar con la Justicia,
colaboras con Dios.
Esas
palabras llenan tanto a cualquier abogado que te afirman nuevamente y te
recuerdan una vez más por qué no escogimos Administración, ni Economía, ni
Medicina, ni Ingeniería…
Particularmente
a mí me hacen sentirme orgullosa y satisfecha, y a pesar de todo lo malo que
pueda significar el tener que hacer mi labor, a cualquiera que me pregunte: “¿A qué te dedicas?” le respondo sin
pretensiones: “¡SOY ABOGADO!” y
cuando me ven suspicaces, agrego presurosa: “¡A
mucha honra!”. Sí, señores.
Queridos
colegas, este 23 de junio, celebremos juntos el Día del Abogado recordando el Decálogo
o Mandamiento del Abogado escrito por Eduardo Couture:
“1) Estudia. El derecho se
transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos
abogado.
2) Piensa.
El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
3) Trabaja.
La abogacía es una dura fatiga pues está al servicio de la Justicia.
4) Lucha.
Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el
derecho con la justicia, lucha siempre por la justicia.
5) Sé leal.
Leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es
indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo.
Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le
dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que
tú le invocas. Intenta ser leal con todo el mundo y todo el mundo intentará ser
leal contigo.
6) Tolera.
Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la
tuya.
7) Ten paciencia.
El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
8) Ten fe.
Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en
la Justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz, como sustituto
bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no
hay Derecho, Justicia, ni Paz.
9) Olvida.
La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu
alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido
el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
10) Ama a tu profesión.
Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te pida
consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga
abogado.”
¡Qué
loable labor!
“Una cualidad de la Justicia es hacerla
pronto y sin dilaciones; hacerla esperar es injusticia.” Jean de la Bruyere (1645-1696) Escritor
francés.
“La justicia, aunque anda cojeando, rara vez
deja de alcanzar al criminal en su carrera.” Quinto Horacio Flaco (65
AC-8 AC) Poeta latino.
“Todos somos iguales ante la ley, pero no
ante los encargados de aplicarla.” Stanislaw Ferzy Lec.
¡FELIZ
DÍA DEL ABOGADO A ESOS SERES QUE NOS DEDICAMOS SIN CANSANCIO Y CON TESÓN A
LUCHAR POR LA JUSTICIA!
Dios
los bendiga a todos.
Por:
Abog. Liza Moussa.
AÑO:
2012.
17 comentarios:
Me parece excelente todo lo que dices la absoluta realidad soy estudiante de Derecho en la UCAT, y no es nada facil de verdad hay que estudiar para poder avanzar. Exitos !
hermanita llegue hasta despues del poema... luego sigo leyendo jejeje... TQM...
pero tienes razon... sigue con tus escritos...
Que belleza Liza! No esperaba menos de ti. Feliz Dia del Abogado y gracias por enseñarme tanto con el tiempo que no te sobraba,pero con cariño. Eternamente agradecidad! Un Abrazo!
Excelente!
COMENTARIO DE Dariana Farfan DESDE EL GRUPO "HISTORIAS DE REFLEXION" EN FACEBOOK EL 25 DE JUNIO DE 2012:
"Me gustó mucho tu reflexion!! Excelente. con tu permiso copio y pego...."
¡Gracias a todos esos colegas y no colegas que se tomaron unos minutos para leerlo!
Así entendemos a los profesionales de una de las carreras menos agradecida.
Se me cuidan!
Liza Moussa
Excelente!! el mejor resumen de mi jornada diaria de los ultimos 10 años de mi vida..
Muy bello todo.
Me gusto mucho el poema.
Con tu permiso lo voy a compartir.
Saludos
Me gusto mucho el poema y todo lo que dices. Gracias por defender la profesion. De otra colega. Saludos.
Liza, amiga, no pare de escribir....
!!Excelente, la verdad verdadera!!
linda reflexión colega, los que amamos nuestra profesión la ejercemos de verdad.
Excelente TODO su contenido.
Gracias por compartirlo con nosotros.
Me llené de sabiduría.
DIOS, me la bendiga SIEMPRE !!!
Han sido una delicia sus letras, agradezco su tiempo en plasmar la vivencia del abogado que muchas e las veces pasa desapercibida por los demás ciudadanos, saludos y éxitos....
Me encanta ! Jaja medio larrrrgo pero es que hay tanto para contar.....
contar con un Abogado Valencia es importante es bueno prevenir. Los abogados siempre pueden advertir a su cliente de las posibles consecuencias negativas, en términos legales, que puede acarrear un negocio, un contrato, alguna actuación en el ámbito de familia o llevar a cabo alguna conducta que incluso puede constituir un delito penado por el Código Penal español.
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